Parecemos tigres en su primer día de zoo,
leones con ojeras detrás de gráciles gacelas
o un furgón de las más elegantes panteras.
Nos movemos en manadas salvajes,
por multiplicidad y espejos,
marabuntas de obreras,
zánganos,
machos alados saturando una zona de fecundación.
Parecemos... gatitos,
sinuosos y arrastrados.
Nuestros buches cuelgan,
tocan el suelo de este ascensor.
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