ME COLOCO DE ENFERMOS



sábado, 31 de diciembre de 2011

LA AVENTURA EN ESENCIA

Pasábamos las horas sentados al borde del precipicio. El mundo parecía estallar a nuestros pies, donde colocábamos el tocadiscos portátil. El suelo de musgo y, en el aire, los fluidos nos impregnaban de humedad. Sucios, nuestras caras de niño, siempre ensuciándonos. Sucios, nos ensuciábamos a cada paso de baile y a cada paso de brutos. Arrodillados en el barro, arrodillados con más de un motivo, como cuando recogíamos los restos de un animal. Los palos nos servían de ayuda, el instrumento con el que solíamos danzar entre las flores. Ensimismados en nuestro viejo bosquecito cuando, de repente, a lo lejos, nos llamaban. Se oían voces adultas, nos avisaban que había llegado la hora de comer. Desfilábamos, con cierta tristeza. No teníamos prisa, la aventura la dejábamos atrás.

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