Si nos desgarramos sin fin,
el árbol caerá
con sus tres mil quinientos aros concéntricos.
Él, que nunca quiso ser bonzo,
dejará ir su súber
y las plantas se inclinarán
en una plegaria.
Si nos desgarramos sin fin,
nos abocaremos a la nada.
Perecerán los bisontes en la tormenta.
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