Un autoestopista le entregará,
lo que le hizo parar,
su mano de cartón y un fular.
Y con infinita parsimonia,
tartanas, motores,
caballos que fueron potros.
Un autoestopista llegará,
un experto en engendrar,
sin apenas rozar las espigas,
corriendo por un campo de trigo.
Bóreas,
serpientes por pies.
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