Como un perro acorralado
que discute sobre ti:
¡Déjala, abandónala!
No, jamás.
Donde venden baterías, recogen baterías.
La reponedora todavía espera,
pero tú vienes a mí sin yo buscarte.
Ellos se sientan alrededor
de brotes tiernos.
Ríen,
proyectan viajes,
creen en un dios con cara de col.
Yo empujo,
en mi último entusiasmo,
y caigo exhausto
sobre tus muslos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario