ME COLOCO DE ENFERMOS
martes, 20 de mayo de 2014
SALTO
Nadie la vio hasta que llegó a la entrada del parque. Fue un perro que la miró y, un poco más lejos, un hombre, el propietario del perro, la saludó con una sonrisa. Ella le ofreció un poco de la copa de champagne que llevaba en su mano izquierda. El hombre, sin pensarlo, bebió parte del contenido; el perro caminaba alrededor de la pareja. El viento soplaba fuerte y el cabello se hacía cortina sobre el rostro de la chica, escondiendo así su tristeza. Las lágrimas comenzaron a fluir. A modo de consuelo, el desconocido la abrazó. La copa quedó vacía sobre la hierba, cuando el perro se abalanzó sobre la pareja.
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