Soy una pieza, diminuta y aislada. Tengo un sueño que, frecuentemente, se repite: veo cómo soy ensamblada a una
máquina, entonces adquiero un sentido en el engranaje. Y de súbito, me
despierto con mucha angustia al comprobar que estoy desunida. Un corazón no es
nada sin el resto. ¿De qué sirve un cerebro si no está unido a un cuerpo? Para
ser eficaz y útil debemos aliarnos y asociar nuestras fuerzas. Así una muñeca puede hablar o andar, porque toda ella ha sido ensamblada. Pienso en Mary
Shelley y su criatura (Frankenstein), pero también en la gente.
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