llegas al atardecer.
La luz por las cortinas,
el lienzo rojizo al final de la tarde.
Irrumpes en la casa,
en el abandono,
me cubres de sábanas,
a todo eco los percutores de reloj.
Irrumpes en mí
como un estallido,
como una vena rebosante de sangre.
Irrumpes en mí,
yo te almaceno.

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