Se dispuso a ser nada. Su nombre de pila pasó a vulgar. Le rebautizaron, no por abreviar y sí como una gracia en el desastre, le llamaban ROBOT. Lo que le sucedió a partir de entonces, no le hubiera acontecido. Se supuso muerto, pero un mecanismo le hacía funcionar. Se oía a sí mismo en el dolor, en la persistencia que venía de atrás, que le ardía.
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