Había un león de doradas melenas.
Apareció el viento,
crujían las ramas.
Sonaba, estrépito, la reserva.
Por el camino que regentaba el baobab,
había un león y un claro de luna.
Había un león,
una leona
y la jirafa que,
doblada,
se reflejaba en las aguas.
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