No ando a la búsqueda de clientes. Primero, porque no cobro. Segundo, porque, de cobrar, me rodearía de buena clientela. Sin embargo, hay gente que acude a mí sin que me importe un pito su vida. Incluso, cuando es totalmente evidente mi desprecio hacia ellos, entre otras cosas porque me han despreciado previamente, siguen acercándose a mí. Debo tener cara de prima, o de monja, o de no sé qué demonios. La cuestión es que no te los quitas de encima. En realidad, a lo largo de mi vida, he experimentado en muchas ocasiones este magnetismo hacia esos seres. Algunos de mis amigos y yo, por separado o cuando estamos juntos, creamos un círculo de "magnetismo fatal" que atrae a los del diván.
Mi última visita fue básicamente gráfica, dibujó y recreó con un esquema la muerte de su madre. No hice contratransferencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario