Apostaría que hasta Ratzinger, de buena gana, acudiría a uno de esos conciertos que Michael Jackson ofrecerá en Londres. ¿Os los imagináis?. Benedicto XVI con su acorazado y sus zapatitos rojos, mientras unos niños empujan la silla de ruedas de Michael, que tapa su rostro y su cabeza con unas gafas, una mascarilla y un sombrero. Me temo que este hipotético encuentro o procesión, por diferentes flaquezas, acabaría como el rosario de la aurora.
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