Los dueños de las masías ya no tienen colores en sus caras. Hay antiguos yuppies que no quieren morir en la ciudad donde nacieron. Se retiran a una vida ecológica y ofrecen, a cambio de oro, paseos a caballo, "toca-toca animal" y sopas de la abuela (que vete tú a saber dónde está la vieja). Las masías se vuelven lujo, un prostíbulo familiar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario