Nos reímos de la fantochada de aquél, el que antes de morir dejó un escrito, una instrucción para la manipulación: que me entierren boca abajo. Nos reímos porque pensamos: ¿por qué no de lado?. Nos reímos, no porque sea sano, porque no podemos hacer más que reír. Nos reímos porque no me llamó Octaviana, me llamó Antaviana. Nos reímos y qué.
No hay comentarios:
Publicar un comentario