ME COLOCO DE ENFERMOS



viernes, 6 de noviembre de 2009

EL TÉ TAMBIÉN REPOSA



Los estudios indican que ese soporte no es preciso, pero tú, aunque no lo sea, lo miras: 09:50 y 13ºC. Las grúas se mueven incesantemente 100 metros por detrás. Las grúas ayudan a construir una mole. Allí donde había andenes, donde los trenes partían hacia la costa, allí están masacrando el cielo. Eso me da una idea clara de qué es importante. No es un día ventoso, lo fue ayer. Ya dentro del edificio, en el servicio, me quedo a oscuras. Palpo la puerta y, como puedo, acciono el pomo hasta que salgo de la oscuridad, salgo a la visión de una luz tenue de emergencia. En esos pocos segundos me viene a la mente una anécdota escabrosa, típica de aquí: desinsectaron el restaurante colindante, pero los conductos del aire -comunes para todo el bloque- transportaron el insecticida, lo expandieron por las salas que no son del restaurante, hicieron el aire irrespirable y ya no sólo para los insectos. Justo en ese punto de pensamiento, el detector de personas acciona la luz del servicio. Me aproximo al grifo, me lavo las manos con agua y jabón. Son casi las 10:00, la memoria le falla, nunca fui una olla, no me llamo Esther.

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