Carmen Amaya inauguró la primera fuente de agua potable en el antiguo barrio barcelonés del Somorrostro. Tenía siete años y vivía en una chabola, a unos veinte metros de la fuente. Para festejar el evento, rompió una botella de anís contra la fuente, su padre tocó la guitarra y ella bailó por bulerías. El anís se lo bebió la fuente; los demás bebieron agua.
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