
Estudiamos paisajes blanquecinos y escarchados.
De atraparlos, nos congelan.
Nos queda el gesto de la garra,
un alboroto en la cabeza:
canas disueltas, soles sobre dátiles,
monstruos y calendarios de lunas.
Irradiamos frío, fragmentación y grietas.
Proponemos lo irreal.
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